lunes, 4 de agosto de 2008

run to forest

Un perro con 3 vueltas a la plaza se conforma, la ausencia de movimiento nos recuerda las vacaciones y el exceso que algún evento importante anda dando vueltas. La honestidad en los vueltos nos hace creer que las personas son héroes y encontrar un colectivo vacío es sentirte en un loft.
A todo esto se acostumbró él, obligado por su carrera de traje. Pero decidió que no viviría en departamento y que volvería por lo menos una vez al mes.

Su pueblo, alterado por su ida y desconfiando de sus posibles viajes le ofreció un acuerdo. Cada vez que el volviera le iban a dar un sticker para que vaya pegando en el frente de su casa hasta completar la vista que tanto extrañaba.
A él le entusiasmó tanto la idea que sus escapadas ya pasaban las 2 ó 3 visitas al mes.

Su casa empezó a desaparecer desde abajo, llenando de stickers verdes (algunos con flores) y celestes ese sector de la ciudad.
Ya ni le llegaban cartas o las iba a buscar al edificio de al lado cuando los carteros decidían cumplir bajo cualquier consecuencia con su trabajo. Sus imanes de delivery y las visitas inesperadas iban decayendo. Sin embargo, nada se comparaba con ese único paisaje.

Le faltaba un sticker, por el que su casa desaparecería de la ciudad. Ansioso, decidió escaparse entre semana y ganar esa última pieza, el sol de amanecer.
Retenido por sus necesidades y cómodo por sus logros decidió tirar su casa por la ventana.