miércoles, 27 de febrero de 2008

Tan grande es el olvido y tanta demanda tiene que hay que hacer cola de largos años para asociarse.

martes, 26 de febrero de 2008

- No estoy seguro, preguntale a ese muchacho.

En ese lugar no importa mucho si esta soleado o lleno de nubes, si una avioneta a chorro dibuja un mensaje de amor o si ovnis pasan a saludar. En ese lugar la gente sólo habla de un tema en general, el tiempo, los nacimientos y las muertes.
Ahí no tienen problemas arteriales, suben y bajan escaleras todas las veces que necesiten salir o entrar.
El cargo más buscado no es el de un empleado en la mejor fábrica del pueblo o en la municipalidad, sino el de portero.
En ese lugar no se conoce el timbre aplauso ni el buzón con banderita roja porque en los edificios no pasa eso y esta ciudad está rodeada por decenas de éstos y ningún otro tipo de construcción.

Existen de todos los tamaños y texturas. Algunos con jardín delantero, otros enrejados y los más envidiados con pileta y cochera.
Su única particularidad es que cada uno contiene un grupo de gente, es decir, están clasificados por personas con una característica en común.

Están los blancos con persianas doradas en donde se alojan los devotos a la religión católica. Un lugar muy silencioso, aunque es contrastado a las 3:33 de la tarde por un gran, ¡AMEN!.

Muy enojados se exponen los oscuros y tenebrosos negros violetaseos, en donde se resguardan las nieblas, las personas apartadas con mirada desconfiada y las brujas lectoras de manos.

Los más visitados son en donde viven las madres solteras con sus bebés. Pequeños edificios de hasta 3 pisos como tortas recubiertas de mazapán color pastel.
Después de que sus niños cumplen 4 años se mudan a una especie de torre fabricada por “Mis Ladrillos”. Juegan, aprenden, crecen hasta que sus madres quieran estimular más su educación y siguen rumbo hacia otro vivienda.

Unos de los mas cuidados son los de los ancianos. Cómodos edificios con todas las instalaciones, pero aún así, son destacados por sus largas y despampanantes enredaderas verdes aclorofiladas que esparcen oxígeno en cantidades insuperables a cualquier bosque. Siempre y cuando teniendo en cuenta la relación espacio-cantidad.

Esta ciudad únicamente la conocemos los que podemos distinguir un rechazo de una puerta abierta para algo más interesante y los que sabemos que se creó antes: el huevo o la gallina, por lo cual sólo podemos contar una miga de esta gran maravilla.

domingo, 17 de febrero de 2008

entre líneas

Me di cuenta que puedo moldear palabras, las que quiera.
Mientras me baño agarro la A y la empujo hasta que se resbala por la pancita de la G y cae. Rebota y se marea por los pasillos de la U hasta que vuela y golpea con la filosa punta de la A que la hace estallar y hundirse en un fondo inalcanzable.
Cuando como unto la C con la A para amalgamar sus puntas y las clavo hasta sacar sus jugos con la R. La N me sirve de críquet para abrir las compuertas que me ayudarán a degustar y con la E despezar y poder disfrutar.
Me tiro en el piso y te extraño. Ahí es cuando la L sostiene a la A, esta se apoya y se siente protegida hasta que pasa la G y la invita a pasear, ruedan y ruedan y se chocan con la R que las lastima con sus altas patas pero por suerte aparece la I y se ofrece como bastón. Atraviesan las montañas de la M pero no logran bajar de la cima de la A y se zambullen en una pileta sin agua hasta desaparecer por los surcos del parqué.

jueves, 14 de febrero de 2008

de cruti

Incansables puntos de colores hay, unos más grandes, pero pocos y otros pequeños con texturas.
Igualmente alcanzo a divisarte.
Sisi!, sos la más pequeña, puedo verte las pepes blancas, un poco sucias, pero está bien porque como nuevas no te gustan.
Ahí te escabulliste de esos puntos y entraste a un cuadrado tejado, yo te espero con tereré de limón y pomelo para cuando salgas.
Como esperaba, salís con dos bolsitas, como no te la cerraron ni con cinta Skotch ni con abrochadora, veo que te compraste dos pañuelos.
¡Son muy lindos!, seguro te los pones en el enjambre de pájaros.

¡Guarda con la bici!, dejá de ver el bebé durmiendo que hay un remolque de jabones esperándote.

Si, hay mucho viento, ponete Labello de frutilla.
Ya está, ahora podes sentarte en el bar que haya una silla y una mesa contra la ventana y pedir un té con leche, salvo que tengan de vainilla, yo supongo que si y encima en hebras.
Tu mamá te habrá comprado esa lapicera, es nueva y era la más rara de la librería.
¡Cuánto escribiste ayer!, pero quedate tranquila que no te veo nada, tengo tapado los ojos con dos bolitas de algodón que te saqué del baño.

Se está haciendo de noche, volvé al hotel que seguro estarán por ir a comer.
¡Yo voto por pizza! y se que vos también porque asado allá es difícil de conseguir.

¿Te dejo sabés?.
Voy a descansar, el viento de la nube me agotó.
Pero quedate tranquila que te dejo dormir y no permito que nadie te abra las persianas.

Yo te cuido desde el charco porque te abo y te extraño peque.

viernes, 8 de febrero de 2008

palabra

Cueva pastosa con astillas manchadas de diferentes formas y colores, ninguna es perfecta, pero todas se entienden.
Algo en medio de la noche las despierta, un yo interior que viene de arriba, la voz es baja y penetrante.

Una bahía acuosa se forma y se libera por pequeños destellos con salida al exterior, cae en montañas sedosas y se tropieza con volcanes apagados acolchonados.
La caverna se abre y en unos minutos empieza a interactuar. Charcos, partículas, dibujos de manos salen abrumados, desesperados, sabiendo que esa era su oportunidad, habían encontrado la lima dentro del pan.
Apenas interactúan con el exterior se transforman. Se hacen siluetas legibles sin orden ni control.
Algo las lleva, y las une con otras compañeras, pero en realidad no saben que hacen y desesperan. Tanto temen y dudan que no se pueden relacionar entre ellas, juzgan y prejuzgan antes de ser exploradas.

Al fin un par se reúnen pero no son las adecuadas, se animan a ponerle tono y la voz de arriba les advierte.
Ellas se tiran en bungee jumping. Por no ser precavidas y averiguar mejor, la caída se torna dificultosa y un par de segundos bastan para destrozarlas y no poder reunirlas nunca más.

martes, 5 de febrero de 2008

arrimando la bocha

Qué es lo que nos hace seguir viviendo?, que pregunta tan encantadora y dramática al mismo tiempo.
Muchos, creo que la mayoría de nosotros, vive por una fantasía, un logro que queremos, que aún no pudimos realizar.
El resto, los más afortunados a mi opinión, ya lo encontró y vive para cuidarlo, sostenerlo y seguir alimentándolo.

Ayer estuve hablando con una mujer de 87 años, Amanda, que juega al tejo en cancha cerrada. Hace 50 años que practica, 35 profesionalmente y 15 en los Torneos Bonaerense para Jubilados.
Por lo que pude ver es bastante buena y eso que yo no entiendo nada de tejo en cancha cerrada. Jugué, si, de chica, un poco más chica, pero en la playa, por eso es que algo de ojo para críticas tengo.

Después de su séptimo arrime, noté que ya estaba cansada y seguramente necesitaría algo para hidratarse (de modo que aún no la conocía no me atreví a ofrecerle alguna bebida en especial).
Como no era de sospechar, me aceptó una cerveza y una charla larga y tendida en mesa redonda con agujero para sombrilla y una estampa de coca-cola desgastada.
Le comenté que yendo a pagar las cuentas me choqué con este club y, más particularmente, con ella. Me dio intriga, ternura y un compás de admiración verla jugar. Todo esto bastó para querer compartir un rato con ella, estaba muy interesada en lo que le pasó y le pasaba por esa cabeza llena de rulos hechos en casa que sólo con los años se puede aprender.

La anciana pensaba que era una especie de reportaje para alguna revista de deportes porque no paraba de comentar el encuentro que había tenido con ¨La Deportiva¨ en 1978 la vez que había ganado el campeonato nacional.

Me relató sus continuos fracasos antes de sentir las vibraciones en una laja redonda y lograr el rebote limpio y triunfante.
Una de sus más lamentables había sido no poder enseñarle a un elefante los pasos de baile de ¨La Macarena¨ con los pies y movimientos dibujados en el piso. Lo cual le impidió sorprender a su amor de toda la vida, Fausto, un pequeño y encantador hombre de circo.
Amanda miraba al piso y de vez en cuando daba pequeños sorbos, mientras me decía: “Yo elijo mis bochas, yo soy la que las lustro todas las mañanas mientras tomo mi desayuno. Ellas esperan que yo lo haga y yo deseo hacerlo”.

Como buenas damas, terminamos nuestro aperitivo y cada una siguió su rumbo.
Hxcbci------:..._=.:·...___....?¿..==ssaaa.....:=_-_-_-==
POR PROBLEMAS TÉCNICOS, NO VEO OTRA OPCIÓN QUE CONCURRIR A UDS.
POR FAVOR, DEJE SU FINAL.