martes, 5 de julio de 2011

Una vista que no deja ver.

La bandera roja, tenía una feroz pelea con el viento, una pelea sin fin, sin ningún ganador, pero incesante.
Al mismo tiempo el mar picadísimo carecía de olas, aunque rebalsaba en agua, agua que se escapaba por pequeñas alcantarillas un poco tapadas de rimmel.

De golpe algo se tapa y se infla, tal cual una vaca muerta en el campo, junta tanto aire como para sobrevivir un año y cae, como una catarata en sus mejores tiempos, llena de espuma de rabia, dolor de salpicada y tranquila como los pájaros que se bañan.

Alguien cambia la bandera por amarilla, temiendo y esperando que en cualquier momento esas palabras la conviertan en roja.