jueves, 18 de septiembre de 2008

repuestos originales


Tratando de aprender danza con los ácaros me encontré a la escoba, nacida para ser modelo pero atrapada por su fobia al agua. Tenía una gran cabellera de diversos colores y tamaños.

Las medialunas opalinas de las 10 torres se caían todos los lunes después de comer y antes de la siesta. La mesa se quejaba cuando caían carcomidas y sadi mocrac na íacod na ucaba je uqes ase mal.

El malestar de dos agujas sincronizadas hacían que el líquido se convirtiera en algo viscoso, placentero para el tacto, asqueroso para el olfato e indiferente para el oído.

Después de todo esto, agarré mi bolsa de cereales y me fui al rincón, que está al frente de el del burro, para armar columnas de consuelo a mis gotas.

El burro me preguntó porque estaba tan mal. Yo no le quería contar, me daba verguenza (o güegüenza según mis amigos de Villa Soldati) y pánico. Hasta que se me escapó un "bueno" y una seguidilla de palabras como "todos", "los", "días" "pierdo", "pelos", "uñas", "babas", "lágrimas", "palabras" ... " y", "tengo", "miedo", "de", "no", "recuperarlas".

El burro se empezó a reír tanto que se le escapó un moco. Metió su pata en el bolsillo de donde sacó dos cosas; 1 parecía pegajosa y se la puso en su nariz, la otra era una tarjeta que me entregó y decía: "FÁBRICA DE REPUESTOS HUMANOS. Trabajamos sólo cuando está soñando".

viernes, 5 de septiembre de 2008

tortuga ninfa

Las paredes se convertían en cómodos asientos, la sed se saciaba por copitas llenas de algo dulce y el movimiento continuo provenía de pequeños vestiditos a 90 cm del suelo.
La música empezó a entonar, tal cual pasa en toda presentación de cualquier programa, y todos giraron como girasoles hacia la luz.
Despacio y con su cuello arrugado en alto entró. Cada movimiento venía acompañado; beso, paso, abrazo, paso. Su sonrisa llegaba hasta la encías y mostraba sus brillantes perlas de porcelana.

Sentada con todos sus dioses, decidió cortar su dieta de lechuga y más hojas verdes para degustarse con increíbles manjares, llenos de colores y calorías.

Tranquila en la carrera con sus compañeras y cuidada por sus amados, decidió sacarse el caparazón y decirme: “Me siento feliz, como cuando era chica”.