martes, 29 de abril de 2008

arreglos de vecina

Salía de la escuela, campante cantando, por pedazos tarareando, el himno o algunas de esas canciones patrióticas.
Esquivando hormigas y manos con papeles publicitarios llego a mi casa.
Sin saludar y con la mochila en un hombro entro corriendo a mi cuarto, abro mi placard y ahí estaba, la pila de remeras milimétricamente ordenadas, suspiro y dejo la mochila en mi cama, al lado de dos remeras marcadamente planchadas.
Con mucho cuidado las apoyo arriba de la primera de la columna.
Miro por la ventana y suspiro otra vez, la torre de la esquina seguía subiendo, sin obreros, pero subiendo.

Yo soy Ñata, una mujer sin costumbres y de una gran cadera. No suelo pedir cosas por correo, nunca se que dirección poner o decir y por eso conozco varias zonas de la ciudad.
Ayer estaba tomando sol en el octavo piso, me tosté bastante y con los ojos claros me queda bien, eso me dice el espejo por lo menos.
Hoy me levanté y quise hacer lo mismo, pero en cambio, tenía a toda una familia alrededor mío enviándome al décimo, mi supuesta nueva casa.
Claro, yo estaba durmiendo y no me di cuenta que a Clara le habían planchado las dos remeras que usó hace 2 días.

jueves, 24 de abril de 2008

La felicidad es la mejor jugadora de escondidas y se rinde cuando ya no la buscan.

sábado, 5 de abril de 2008

lágrima

No quería salir, se resistía como papa bien enterrada hasta que un agudo de aquella canción la expulsó.
Salió disparada flotando y reventó con la punta húmeda de aquella pestaña, desparramándose por todo el cachete y entrando a un poro recién despejado.
El otro ojo, con ganas de ganarle al izquierdo, suelta una de sus gotas parejas y encaminadas.
Empezó en la garra de la órbita y fue bajando. Paró en una terma por unos segundos para apreciar la vista y cayó como única catarata.
La frenó un labio superior, para darle paso a la cueva en donde le iba aportar alta presión a esa lengua tan dulce llena de cariños por decir.