lunes, 28 de enero de 2008

me desvisto



Me despierto pensando que aún sigo en el sueño, me saco la colcha para levantarme y retiro el pañuelo sobre el despertador que seguía sonando.

Arrebato, medio dormida con un plus de torpeza que me acompaña, la tapa del dentífrico y recubro las cerdas de mi cepillo de esta crema similar a las reposterías de Alaska.
Empujo y dejo caer el felpudo del baño del inodoro para desagotar mi cuerpo después de 8 horas.
Descapuchono mi perfume y me lleno de aroma a hogar de la costa brasilera, busco algo para cubrir mis axilas, panza, cintura, caderas, cola, pies, para no tener que poner a prueba el calor y correr el riesgo de ocupar mis manos con algo que no sea bebida fresca.
Dejo a mi llavero solitario, como un pre adolescente esperando en el banco de la plaza a la chica de cuello alto y hermosa sonrisa que nunca llegó, por unas horas.
Hago 3 pasos fuera de mi casa que vuelvo a retomar para que no me envuelva el pie el arco de agua que salía de la manguera de la mucama de mi vecina.

Arranco, pongo mi cd favorito al máximo, hago que todo mi auto se cubra de resina musical, una tan gruesa que no deje pasar ningún sonido externo, nada que me distraiga de mi momento. Las personas se mueven al compás de la melodía, hay muchas que no tienen apuro y saltan como esos momentos de reencuentro y otras pocas se descaderan para llegar a no se dónde, comen una manzana en milésimas de segundo y esquivan gente como un experto en el Islander.

La pista salta y empieza Ride My Horse, tengo que frenar sorpresivamente por una zebra que decidió desvestirse y ahora parece un caballo. La sigo, decido no corresponder a mis deberes diarios. Me muestra sus placeres, su verde, su árbol, se exhibe frente a mi sin desazón.

Yo me luzco también, me hago compañera de sus costumbres, le muestro mis cosas sin creer que las aprecie, pero quiero compartirlas.

Con un relinche me invita a subir y cabalgar hasta encontrar un gentil anciano de cara arrugada y barba blanca apenas crecida en enterito de jean grueso y gastado, con una de sus tiras bajas haciendo relucir su camisa.

Él se encontraba atrás de una cerca, el animal me invita a bajar, entendí que me tenía que despedir, paso la valla y me desnudo para bañarme y recordar la purificación que me trajo destaparme, mostrarme tal cual soy en todo el día.

lunes, 14 de enero de 2008

yo creo que...

Un par de piojos saltando no es más que eso.
Pero la mordida más grande entre ellos puede ganar popularidad.

viernes, 11 de enero de 2008

extremadamente Chica para caber en el mundo

Infinitos seres existen para conocerlos todos, tantos que no se sabe si existe alguna combinación mas de letras posible, lo que te pone a pensar si hay dos cosas con el mismo nombre. Seguro que si, pero están en contextos tan diferentes que nadie las conoce, o mejor dicho, nadie con el poder o comprensión suficiente para reclamarlas, o mejor dicho, ¿Qué mejor que tener tanto poder y ser un incomprendido que se divierte con las absurdas propuestas populares?.

Películas mudas, anotador de flores, vida de luces, hambre de pájaros, zapatillas con belcro, bombacha ajustada, cuadros sin marco, cerrojo gastado, teclas delgadas, teléfonos parecidos, birome seca, punta carcomida, dedos pegajosos y celulosa en el piso son parte de la vida de Chica.
Chica, nombrada así por sus padres, era una joven con todas las comodidades para vivir a gusto de dulce de leche con frutillas bañadas en chocolate que no empalaga dentro de este mundo. Pero en su cabeza, su mundo, nada de lo que le ofrecían la llenaba.
Su imaginación había llegado a un punto tal que conocía cada estado de vida de cada planeta en el cosmos. El que mas la fascinaba era el de "Crupulios", un cráter ubicado en el planeta "Evano" a 14.000 años luz de Marte y 59.876.309 pasos de gigante ansioso de Urano.

Crupulios estaba lleno de malvaviscos que sólo servían para sentarse o acostarse, no se podían comer; ¿Acaso acá un futón o el relleno de una silla tienta?. Los habitantes se movilizaban en orugas flotadoras que te charlaban de las noticias del día durante el viaje, con voz tranquila y sin preguntar aspectos personales. Los vecinos se saludaban en veredas de pasto continuamente rociadas por agua de sandía y quedaban en verse cuando de verdad lo sintieran.

De vez en cuando Chica se imaginaba dentro de ese astro y de repente la despertaba una bocina aguda de colectivo acompañada de un montoncito de dedos que se movían enérgicamente en la mano del conductor.
Ella sabía que la idea de su vida ideal era imposible al ojo humano entonces apartaba su mirada e idealizaba.

Si bien la vida y las costumbres tierrestres no le fascinaban, lo que más la separaba era que la mayoría de los habitantes de la Tierra pensaba que su límite superaba su capacidad, que sus sueños se concluían con la aprobación del resto, que nadie funcionaba por lo que en verdad creía y que los que lo hacían fracasaban.
Tatenculos bresovivientes de las talas laos del ceóano danan con pucallos de lealí ñabados de traos y galas rimanas.
Rapan en el maséforo de nemodas xiodadas tesosnidas por el tas de debanra de un cobar dihundo.
Se pegolan y cachón breso la mehúda reana nibarzada de ratie y tivislos morasos rapa ledar la vebienida a degrans cosa rendados con lores guados de ñoas cosecos.

Tentáculos sobrevivientes de las altas olas del océano nadan con capullos de alelí bañados de ostras y algas marinas.
Paran en el semáforo de monedas oxidadas sostenidas por el asta de bandera de un barco hundido.
Se golpean y chocan sobre la húmeda arena barnizada de tierra y vistillos ramosos para darle la bienvenida a grandes sacos enredados con olores agudos de años secos.