Una semana en la que todos los días son lunes, martes, miércoles, jueves o viernes, no importa el orden o las repeticiones.
Una semana en la que mi cabeza es inteligente y a la vez egoísta cuando no deja llegarle la información a mis comunicadores. Hasta que un piquete general la hace reaccionar.
Reposada en una silla se estira levemente hacia atrás, agarra firme los apoya brazos, encoge los hombros, cierra los ojos y abre la boca imitando un gemido del mejor orgasmo, dejando escapar en una lágrima la mejor huída del abandono.
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