jueves, 13 de diciembre de 2007

de cierto

Me llegó ese momento tan hablado por tantos.

Me sentía sola, en el sentido de que nadie estaba alrededor mio. Podía estar en el discurso de todos los presidentes del mundo anunciando el descubrimiento del eslabón perdido en la octava maravilla, que yo bailaría a saltos mientras me cortaba las uñas de los pies sin sentir presencia humana.

Algo parecido a una cápsula me cubría. No se bien que, pero si estoy segura que una burbuja no era, me sentía muy protegida como para ser explotada.

En verdad, acompañada estaba, no sabía bien por quien, voces, muchas, llegaban a mis oídos como personas buscando un autógrafo del escritor del momento.

Aunque seguía viendome sola. Recordaba que no había usado los anteojos en todo el día, pero ciega no estaba. Ni sorda, ni muda, pero no podía escuchar ni hablar.

Esa especie de cápsula fue destruída por dos palabras. Sólo dos palabras pertubaron mi estado, me hicieron oir, ver y seguir callada en un instante.
Estas dos cambiaron mi ánimo. Ese estado tan disfrutado decayó.

La sensación era aún mas rara. Quería huír pero no sabía para que lado, mi única opción era esperar.
Sin embargo, esa espera me gustaba, sabía que quería quedarme pero no podía superar que me hayan corrompido.

Tiempo pasó, nada se habló, la bronca quedó y solución no apareció.

No hay comentarios: